Con una eucaristía presidida por el obispo auxiliar y presidente del Directorio de la Red Educacional Samto Tomás de Aquino, monseñor Cristián Roncagliolo, y que contó con la presencia de directivos de la institución, encabezados por la directora ejecutiva, profesora Sandra Urrutia Bravo, de los rectores y las rectoras, se celebró este miércoles 13 de octubre dos festividades significativas en torno a la enseñanza, el Día del Profesor y el Día del Asistente de la Educación.
Bajo el aforo permitido por la pandemia, participaron además diversos representantes de los 8 establecimientos de la Red y de la Casa Central. La ocasión sirvió además para entregar el tradicional reconocimiento Santo Tomás de Aquino dedicado a los colaboradores que en el trabajo diario encarnan los valores del evangelio y las enseñanzas del santo patrono.
En su saludo, la directora ejecutiva afirmó que el Día del Profesor y el Día del Asistente de la Educación se unieron porque “consideramos que en nuestros colegios todos educamos con cada una de nuestras acciones, con nuestro lenguaje y con la forma como comunicamos”.
Además, agradeció el trabajo realizado sobre todo en este tiempo de pandemia. “A cada uno de los educadores de nuestras escuelas católicas les agradecemos, especialmente en estos dos últimos años que han sido difíciles y llenos de incertidumbre”.
No obstante el contexto que se vive, la profesora Sandra Urrutia,destacó importantes logros de la Red. “Hemos respondido con mucho compromiso, dedicación y profesionalismo para que nuestros estudiantes continúen sus aprendizajes. Así en 2020 tuvimos 0% de deserción escolar, el 95% de nuestros estudiantes aprendió a leer, el otro 5% siguió en el verano. Además, dos de nuestros estudiantes de 4° medio entraron a Medicina, así como a otras carreras de servicio como Pedagogía. Nuestro propósito es formar líderes católicos transformadores”, agregó.
Homilía del obispo Cristian Roncagliolo
A continuación un resumen de la homilía de monseñor Roncagliolo: "Lo que en este día nos dice el Señor es que tiene que haber esa correlación, ese espejo entre el maestro y el discípulo. Cristo es el maestro, los discípulos somos nosotros; en el discípulo se tiene que notar el rostro del Maestro. El Evangelio de hoy es muy pertinente para celebrar el Día del Profesor y del Asistente de la Educación. Celebrar aquello que hacemos y que en la Iglesia tiene una modalidad particular: ser maestro cristiano no es lo mismo que ser maestro o profesor en cualquier otro lugar, pues, posee unas características que encuentran su antecedente en la Pedagogía de Jesús, el Maestro que forma discípulos. El profesor de nuestros colegios tiene que encontrar en Cristo un modelo que engendre discípulos, es decir, discípulos del Maestro, discípulos de Jesús. Y, ¿cuáles son las características que el Señor evidencia en el camino discipular y que es la tarea extraordinaria, insustituible del maestro en la escuela, del profesor, que día a día en el aula construye el futuro?
Lo primero es que el profesor cristiano -y ojalá todos-, entregue lo que es y tiene en el corazón. No basta con ser el profesor de matemáticas y ser excelente. Al profesor de nuestra institución se le exige algo anterior y es que es no basta con la entrega de un conocimiento sin una vida entregada por los demás. Esto es la pedagogía de Jesús. Por eso, el profesor -a diferencia de cualquier otra profesión-, tiene un vínculo entrañable con quienes forma porque no solo le entrega conocimiento. Lo forma integralmente para la vida, le transmite algo -en el caso de nuestros colegios- que es superior al conocimiento adquirido. Se trata de la experiencia de Cristo que da sentido y consistencia a la vida. Por eso, el discípulo sigue al maestro que da testimonio con su vida. Algún profesor dirá que a veces pierde la paciencia con el desorden de los estudiantes, ¡qué es normal!, pero aun así, en la escuela, es testigo.
En el segundo punto está la pedagogía de la excelencia. Cuando al Señor le preguntan ¿qué tenemos qué hacer?, el Señor responde ‘si quieres seguirme deja todo lo que tienes. Luego, ven y sígueme’. El Señor no dice deja un poquito o toma un solo madero de la cruz, sino, que dice ‘o todo o nada’. La pedagogía cristiana está fundada en la excelencia, es decir, en entregar lo mejor. Y competimos para darlo. En un sentido virtuoso la competencia no es algo malo. Cuando quiero ser de excelencia es porque quiero servir mejor. La excelencia es también coherente con la misión de la Iglesia en el ámbito educativo.
Alguno podría decir que para nosotros lo más importante es la comunidad. De acuerdo. Pero en la pedagogía de Jesús lo más importante es el amor en totalidad que implica seguir al maestro, haciéndolo en plenitud. Así, quien es profesor que sea de excelencia, quien es alumno que busque la excelencia, quien es director de escuela que busque la excelencia. La excelencia es un bien, porque busca lo mejor. Y cuando busco lo mejor -en el lenguaje de Santo Tomás-, significa buscar a Dios, el mayor bien, la mayor belleza, la verdad plena. Son las vías del concomimiento de Dios de Santo Tomás.
Ser exigentes habla bien del profesor, ser del montón habla mal de él y de la escuela. Por eso, si los alumnos se quejan de que el profesor es exigente ¡bendita queja! Si lo primero es el testimonio lo segundo es la excelencia, si lo que hago es de todo el corazón esto no significa que sea el mejor del mundo porque no es lo mío serlo. SI lo hago con todo el corazón, será que busco lo mejor y esto me moviliza.
Lo tercero, es que el profesor de una escuela católica junto con trasmitir la fe y buscar la excelencia, engendra vida. La Iglesia es madre y maestra; el profesor es padre y madre en el sentido de la paternidad y es maestro que engendra vida en el estudiante y la estudiante. ¿Por qué engendra vida? Porque una vida en un colegio nuestro tiene que significar que entró de una manera y salió de otra. Esta es nuestra apuesta, que el alumno salga mejor.
Cuando apostamos a que quien sale de nuestras escuelas saldrá mejor, hemos hecho nuestro trabajo, nuestra institución ha hecho su trabajo. Y cuando digo mejor me refiero a humanamente, académicamente y en todos los demás ámbitos de la vida. Un muchacho o muchacha de nuestras escuelas tiene que encontrar un camino de plenitud y de realización.
Queridos hermanos, la tarea de un maestro es ardua. Yo también soy profesor, y sé lo que significa cuando me dicen que es difícil ser testigo, que es imposible ser de excelencia cuando enfrentamos muchas exigencias o que es difícil cambiar hoy la vida de los jóvenes. Queridos amigos, quiero decirles: sé que es difícil, estoy de acuerdo. Pero en realidad, lo difícil es saber que lo que queremos en la vida no se moverá si no hay dificultades.
Quiero invitarlos con renovada fe agradecer todo lo que hacen, que es infinito, precioso y valioso. La Red Educacional Santo Tomás de Aquino es valorada gracias al trabajo de ustedes, su labor y por la historia que nos precede. También es querida por muchas familias gracias al compromiso que demuestran. Además, quiero decirles que el trabajo ampliamente reconocido de profesores, asistentes educacionales y de todos quienes trabajan en la Institución nos tiene que movilizar para que más quieran ser parte de nuestros colegios, nuestras comunidades educativas. Ojalá sea un anhelo y una aspiración de todos, de cristianos y de quienes no participan de nuestra fe, encontrar en nuestra comunidad educativa una casa donde el maestro y maestra sean padres que dan testimonio, exigen y prometen una vida nueva, plena y llena de sentido.
No se asusten ser exigentes. Asústense si para sus alumnos son indiferentes. Si el alumno lo es frente a nosotros algo estamos haciendo muy mal. Si el alumno se enoja con nosotros tiene un valor, si rabea con nosotros también tiene un valor, porque quiere decir que nosotros estamos diciendo a ese muchacho y esa muchacha ‘te quiero tanto que te exijo’, ‘te quiero tanto que te entrego esto’, ‘te quiero tanto que espero que tu vida sea cada día mejor’. Por eso llego temprano en la mañana y me voy tarde a la casa a corregir pruebas en la noche, porque mi amor es tan grande por lo que hago que estoy dispuesto a hacer grandes cosas.
El profesor y el discípulo de Cristo se unen en esta actitud de entrega, esto hace la diferencia”.
Fuente: Área de Comunicaciones Red Educacional Santo Tomás de Aquino.